6/07/2022

DON GATO Y DON CONEJO

   

Detrás de su escritorio se encontraba don Gato, como siempre en su trabajo de prestamista, se abre la puerta y aparece el don Conejo muy bien vestido.

   —Buenos días don Gato —saluda don Conejo y añade—: vengo con urgencia a ver si estará listo mi préstamo, ya que lo necesito para comprar un automóvil para trabajar, con su secretario dejé los papeles firmados. Don Gato con una sonrisa burlona, lo mira.

   —Parece que le va a ir mal don Conejo —responde y agrega —: porque tiene que ser una suma más grande de dinero, ¿qué va a hacer con esa pequeña cantidad? ¡Sí parecen migajas lo que está pidiendo!, ensuciaría mis manos al entregarle esas monedas y se puso a reír mostrando hasta las amígdalas. Don Conejo con cara de sorpresa quedó acobardado.

   —Pero don Gato, si es un saldo que me falta para completar el dinero para la compra. –le dijo suplicante.

   Don Gato arrellenado en su sillón haciéndose el importante y alisando sus bigotes:     

   —Bueno, bueno ¡haré una excepción! Sacando el dinero del cajón se lo tiró en el escritorio y le dejó caer las monedas de alto abajo.

   Don Conejo contento y agradecido se retiró a comprar su vehículo.

   Pasado un tiempo resultó que la oficina donde trabajaba don Gato tuvo una mala racha y quebró, don Gato se vio en la necesidad de salir a buscar otro trabajo.

   En la calle se encontró con don Conejo que amablemente lo saludó, se acercó a él con vergüenza le contó su triste historia, después que don Conejo escuchó atentamente lo tomó del brazo y con timidez:

 —Lo único que tengo y que podría ayudarle don Gato es el trabajo de chofer de mi taxi. –le dijo.

 —Encantado don Conejo, me salva la vida, gracias —respondió.

 

Todos los días y a cada momento, a don Gato, la gente le cancela los pasajes con monedas. Don Conejo sube al taxi y también paga su pasaje, pero le entrega las monedas en la mano.                                                                  

 

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