Llegaste a mi vida
cuando el sol se perdía en el ocaso
llevándose a las sombras
la claridad de mi alma.
Oquedad lóbrega amamantaba mi espíritu
en sordidez eterna
que arrebataba.
Anclaste en mi vida
como pausa inusitada rebosante de dulzura,
inexperto, sereno me abrazaste
y lejano sentí el frío hundirse en retiro…
Te amo. ¡Amo nuevamente!
La pasión llega sin invitarla,
el sol amenaza consumirme en su fuego
y se queda en lo profundo de mi alma.
¿Qué ha pasado?
¿Dónde soltaste mi mano?
¡Traidora senda te cobija! Vehemente
te envuelve en rápidos suspiros, ¡no te alcanzo!
El habla, en el silencio se esconde
y la fortuna abandona mis pasos.
Te miro diluirte en las tinieblas como un soplo.
Con mi alma oscura transito lentamente
desde mis cuatro paredes observo
mi mundo derrumbado,
araño la tierra muerta caprichosa
en su silencio, no hay respuesta.
Ciega… ¿No sé dónde está mi norte?
Vacías mis cuencas lo buscan.
Abatida agonizo.
Retomo mansamente a mi soledad abandonada...
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